A bote pronto he de aguantarme para no explicar tanto avance achacándolo a la soplapollez que suele acompañarnos en cuanto humanos. Sé que las mascotas hacen mucha compañía, son fieles y cariñosas y, por más tonterías que digamos, jamas argumentan en contra. Pero creo que las energías, el cariño e incluso el dinero que se invierte en estos animales, debiera dedicarse más a las personas, muy necesitadas en general y más en los últimos tiempos.

Pero se me ha de conceder que muchas de las relaciones que vemos con los animalitos resultan cercanas a lo patológico. A uno de éstos no se le puede dar un beso en la boca, ni hablarle como si fuese tu hijo ni, mucho menos, exhibirlo cual arma de destrucción masiva. Eso, para mí, no es razonable. ¿Y tener una pitón, un cocodrilo o un tigre en casa?, menos habitual, sin duda, pero ocurrir, ocurre.
Hay un cierto tipo de poseedores de animales, especialmente perros, que tienen mucha sensibilidad para con su mascota, les hacen regalos para su cumpleaños y los perfuman con embriagadores ungüentos, pero muestran mucho menos civismo en relación a sus conciudadanos cuando "olvidan" los excrementos de sus queridos en cualquier acera o parque, aunque esté expresamente prohibido su uso para esos menesteres. Esta gente, en su relación cariñosa con los animalillos pero insensible con sus congéneres, demuestran lo válido de la tesis defendida más arriba. Ese cierto carácter enfermizo de algunas de ellas.
Pero, ¿quién no tiene alguna tara?
Continuará...
Y lo peor de todo, es que muchos de estos poseedores y cuidadores de sus mascotas, que dan un amor ilimitado hacia ellas, tienen a su padre o madre en una residencia.
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