miércoles, 19 de octubre de 2011

El hamster, el pececillo y la tortuga

 Hay sicólogos para perros, también se diseñan dietas para animales al objeto de preservar su salud y la secreta intención de que sean eternos o, al menos, nos sobrevivan. Menos novedad suponen las peluquerías para bichos y las clínicas donde, con todos los avances tecnológicos, operar al gato de alguna indigestión por comer demasiado solomillo. Existe todo esto y mucho más.

 A bote pronto he de aguantarme para no explicar tanto avance achacándolo a la soplapollez que suele acompañarnos en cuanto humanos. Sé que las mascotas hacen mucha compañía, son fieles y cariñosas y, por más tonterías que digamos, jamas argumentan en contra. Pero creo que las energías, el cariño e incluso el dinero que se invierte en estos animales, debiera dedicarse más a las personas, muy necesitadas en general y más en los últimos tiempos.

_o286jumo No abogo por la desaparición del animal de compañia, sino por la racionalización de las relaciones persona-bicho. Antaño los canes estaban en los corrales y cumplian una función, hoy les hacemos la paticura, les damos pasteles de crema y, pronto, hasta les pondremos gafas. Y eso que a algunos pacientes aquejados de algunas enfermedades en algunos hospitales les indican una terapia consistente en relacionarse con animales, a ciertas personas mayores les hacen más llevaderos los últimos capítulos de sus vidas y los perros especialistas en defensa y ataque son muy obedientes y cumplen con su deber con una gran profesionalidad, aunque a veces sea a costa del bebé de la casa.

 Pero se me ha de conceder que muchas de las relaciones que vemos con los animalitos resultan cercanas a lo patológico. A uno de éstos no se le puede dar un beso en la boca, ni hablarle como si fuese tu hijo ni, mucho menos, exhibirlo cual arma de destrucción masiva. Eso, para mí, no es razonable. ¿Y tener una pitón, un cocodrilo o un tigre en casa?, menos habitual, sin duda, pero ocurrir, ocurre.

 Hay un cierto tipo de poseedores de animales, especialmente perros, que tienen mucha sensibilidad para con su mascota, les hacen regalos para su cumpleaños y los perfuman con embriagadores ungüentos, pero muestran mucho menos civismo en relación a sus conciudadanos cuando "olvidan" los excrementos de sus queridos en cualquier acera o parque, aunque esté expresamente prohibido su uso para esos menesteres. Esta gente, en su relación cariñosa con los animalillos pero insensible con sus congéneres, demuestran lo válido de la tesis defendida más arriba. Ese cierto carácter enfermizo de algunas de ellas.

 Pero, ¿quién no tiene alguna tara?

 Continuará...

1 comentario:

  1. Y lo peor de todo, es que muchos de estos poseedores y cuidadores de sus mascotas, que dan un amor ilimitado hacia ellas, tienen a su padre o madre en una residencia.

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