sábado, 14 de abril de 2012

Lo que pasó

 Este escrito hace el número cincuenta de entre los que pueblan este blog. Aproximadamente un año y medio después de iniciar la experiencia de contar para quien quiera leer, heme aquí alumbrando la criatura cuyo nombre forzosamente ha de empezar por la letra "L". Cincuenta piezas que, recomponiendo sin demasiado cuidado, habrían de encajar en lo que configura la personalidad del que escribe. No la totalidad, me temo, pero sí la parte que menos pudor me ha dado hacer pública. Lo más conflictivo, polémico, arriesgado e incluso desasosegante de mi ser está reservado para las personas que más me frecuentan, mal que les pese.

 Año y medio es un periodo de tiempo largo, o corto, o ni una cosa ni la otra, según se mire; pero en semejante cantidad de días suelen pasar muchas cosas. Unas dejan más huella que otras, algunas pasan desapercibidas de momento pero más tarde notamos su efecto con más fuerza de lo que parecía en un principio, otras en cambio, que parecían demoledoras en su gestación, se tornan insignificantes con la sola acción del paso del tiempo cuya exclusiva intervención resuelve gran cantidad de problemas. Así pues: cosas buenas, cosas malas y, la mayoría: ni frío, ni calor.

 En este tiempo y para la mayoría de la gente, al menos en este país, si ha habido un asunto estrella, algo que casi monopolizase las conversaciones en los bares, en los ascensores, en el trabajo; un tema candente que ha llegado a desplazar incluso al fútbol y que sigue estando más de actualidad cada día que pasa ese es, sin duda, la crisis. Por supuesto hablo de crisis económica, pues sabido es que, aunque hay otros tipos de crisis, la que importa es ésta, la que tiene que ver con las perricas, ¡dónde vas a comparar! Y, en este año y medio, ¿qué hemos avanzado en la dichosa crisis? Lo que avanza el cangrejo. Parece claro que de ésta salimos todos más pobres y con algunas cosas que parecían intocables, no solo tocadas, sino manoseadas incluso. Menos mal que es solamente una crisis económica, ¡nada que ver con la crisis de los cuarenta!

 Personalmente, en este año y medio, me han pasado muchas cosas y no todas agradables por cierto, pero en general, poniendo en una balanza las unas y las otras, las que me gustaría que no hubiesen acabado nunca y las que me procuraron algún quebradero de cabeza, gana lo positivo, y por goleada. Sigo viendo la vida como una aventura en la que cada día pueden ocurrir mil y una situaciones inesperadas, mi mentalidad dista poco de la de aquel joven recién salido de la adolescencia al que casi todo ha sonreído en la vida, muchas veces sin merecerlo (creo) y, de momento, sigo teniendo hambre de avanzar, de conocer, de vivir. Lo que no me apetece tanto es lo que digo siempre...

 ...Y lo que siempre callo.

 Continuará...