miércoles, 12 de octubre de 2011

Ida y vuelta

 "Los que cruzan los mares mudan de clima, no de caracter"

 La frase de Horacio es, a todas luces, atinada. Después de mi peripecia a lo ancho de las tierras españolas, después de treinta días andando en pos de la catedral de Santiago, ochocientos diez kilómetros recorridos, al menos un millón de pasos dados, conocida mucha gente, vistos muchos paisajes, iglesias y amaneceres; después, en fin, de mi vuelta a casa, resulta que soy el mismo que era. He reflexionado sobre muchos aspectos de mi carácter y he intentado pulir alguna arista, pero el fondo, la esencia, son los que eran. ¿Cabía esperar otra cosa?

Fotos de Las Flechas Amarillas te guían en el Camino de Santiago Realmente no me apetece en exceso hablar sobre el tema. La aventura es para vivirla, no para contarla, aunque quiero decir que ha merecido la pena a pesar de los numerosos percances de salud sufridos y de algunas conversaciones, también sufridas. Ahí quedarán las dieciocho fotografías hechas para recordarme esos días en los que toda preocupación quedó reducida a lo básico, al mero andar, alimentarse y descansar. Treinta días en otro planeta. Las lágrimas al ver las torres de la catedral. La dureza de la vuelta a la rutinaria rutina. Y yo a solas conmigo mismo.

 En fin, ya estamos de regreso y superando el síndrome post-viaje, no queda otra que volver a la vida real y llevar las cosas lo mejor posible aplicando las ideas reflexionadas y tomando las decisiones maduradas en esos días. También habré de recuperar el peso perdido, no se me vaya a llevar el cierzo.

 Hoy me he afeitado la barba, acción no ejecutada desde el pasado día tres de septiembre. Nunca me había visto de esa guisa y sentía curiosidad; como es de imaginar no ha habido unanimidad en el veredicto que, sobre mi imagen, ha emitido el pueblo. No obstante, y después de escuchar los razonamientos de partidarios y detractores del pelo en rostro, una opinión ha podido más que todas las otras y me ha decidido a rasurarme. Al ir a besar a Laura, mi sobrina de casi siete años, esta huyo despavorida mientras me espetaba: - tío, pareces el hombre lobo.

 Continuará...

1 comentario:

  1. Ha tenido que ser genial, Sergio. Este minuto no vuelve.

    un abrazo
    Güene

    ResponderEliminar