domingo, 11 de diciembre de 2011

Hipócritas

 La hipocresía, defecto muy extendido y demasiado criticado. ¿Sería posible una convivencia mínimamente civilizada sin su concurso? ¿No somos los humanos contradictorios por naturaleza? ¿A qué achacará Mou la próxima derrota contra el BarÇa?

 Hay personas que alardean de una sinceridad a toda prueba, caiga quien caiga, y que solo vienen a confirmar la tan manida máxima: dime de qué presumes y te diré de qué careces. Esa ausencia total de fingimiento, de disimulo, de disfraz en la opinión o el sentimiento no es propio de ninguna sociedad. Al menos ninguna de las que juegan la Eurocopa.

 Hipócritas somos todos pues, en mayor o menor medida, con más o menos gracia. Nadie da en todo lugar y ocasión su cara más sincera e incluso hay algunos que solo la ofrecen cuando no los ve nadie. Otros, ni entonces. Algunas personas apenas dejan entrever su doblez, estás son las más peligrosas y sin duda tienen en la carrera política grandes posibilidades, mientras a otras se les nota a cinco leguas de distancia que lo que dicen o hacen no está de acuerdo con lo que íntimamente sienten, llegando a darse casos de gente que resulta de una gran comicidad por cuanto se sabe, sin atisbo de duda, que el disimulo los acompaña en todo trance, en toda situación, adonde quiera que vayan.

 Creo, respondiendo a la primera pregunta, que una moderada dosis de hipocresía no es mala cosa, pudiendo llegar incluso a ser deseable dependiendo de la situación y de la compañia en que uno se encuentre. Entiendo que si fuésemos totalmente sinceros en nuestras apreciaciones para con los demás, la pequeña civilización que a cada uno rodea correría el riesgo de resquebrajarse en sus cimientos y defiendo que una cierta habilidad para decir "blanco" mientras se piensa "negro" o, al menos, "gris", no contribuyó nunca a iniciar una guerra.

 Abogo pues por la mesura, el no ser brutalmente sincero ni continuamente taimado, como la manera en que podemos vivir en sociedad de una forma más aceptable. Siempre hay que adaptarse a las circunstancias y, por supuesto, tener en cuenta los sentimientos de los demás. O lo que nosotros interpretamos de los sentimientos de los demás. Estas fechas son muy apropiadas para ensayar: ¿quién no ha recibido alguna vez un regalito y ha tenido que echar mano de la "diplomacia" para fingir que el presente era de su gusto?

 En fin, la hipocresía sería como la sal: no muy saludable pero necesaria en pequeñas cantidades.

 Aunque suene cínico.

 Continuará...

1 comentario:

  1. ME ALEGRO DE QUE PIENSES ASÍ. PERO PRACTÍCALO ALGUNA VEZ MAS QUE HARÁS BIEN Y EVITARÁS GUERRAS INÚTILES

    ResponderEliminar