martes, 20 de diciembre de 2011

Calorcillo

 Corolario nº A: los meses fríos son más tristes. Corolario nº B: los habitantes de paises con clima más frío son menos alegres. Lo que de común tenemos entre las aseveraciones anteriores es lo siguiente: el sol hace que las personas sean más felices. El sol. No hablamos de salud, dinero, amor o el fracaso del vecino, hablamos del sol. Ni más, ni menos.

 Durante toda la historia del pensamiento uno de los asuntos recurrentes de las reflexiones humanas ha sido la felicidad. Cada pensador ha contribuido con lo que ha podido a establecer las causas que determinan el que unas personas vivan más a gusto que otras. Unos decían que había que satisfacer todas las pasiones, que había que dominarlas y sofocarlas, otros; para algunos la salud configuraba la única variable fiable, para otros la dedicación a actividades intelectuales; el trabajo y sus frutos, decían estos, la holganza y los suyos, contratacaban aquellos. En fin, como en todo, no acabábamos de entendernos.


 Sin embargo, la explicación era sencilla y por fin sale a la luz; la del sol precisamente es la culpable de que las caras sean más risueñas, los apetitos más evidentes, las relaciones más satisfechas. Es verdad que ya por Andalucía sabían mucho de esto pero, para no quedarse sin espacio vital, no han querido hacer demasiada publicidad, no fuese que su terruño se viese invadido por esos afanosos alemanes o aquellos sosos noruegos.

 Ahora han arriesgado demasiado con un polémico anuncio en el que puede verse a los Reyes Magos en Sevilla, por supuesto sentados tranquilamente y departiendo sobre la levedad de la vida. Polémico sí, desde el mismo momento en que lo financia un ayuntamiento gobernado por cierto partido y la oposición oposita como entiende que debe opositarse, en todo aspecto, importante o nimio y aún a costa de arriesgarse a hacer el ridículo. Esperemos que de ahí no extraigan los nórdicos la verdadera esencia, lo bien que aquí se encara la vida y terminen con alguna gran colonización, a las buenas o a las malas, como el Mc Donalds.

 De esta forma ya hemos puesto las bases de la nueva filosofía de la felicidad, simplemente hay que arrimarse al sol que más caliente (creo que ya estaba inventado) Allá donde no haga falta ropa, de tan a gusto como se esté, allá es donde los indices de alegría más altos llegarán, el contento será religión común y hasta el envidiosillo verá su mal atenuado. Y, además, los críticos de este nuevo ars vivendi no podrán rebatir la validez de la idea central de nuestro sistema.

 Al fin y al cabo, tendrían que argumentar que la felicidad la trae el frío.

 Continuará...

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