sábado, 11 de junio de 2011

Dolce far niente

 Todas las personas estamos diseñadas para hacer algo bien en la vida. Sea el autor del diseño el arquitecto supremo o sea el puro azar (otro día hablaremos de eso) siempre encontraremos alguna habilidad o algún talento en todo el mundo si lo buscamos con atención. Hay que reconocer que en algunas ocasiones, en algunas personas, necesitaremos una lupa de muchos aumentos para adivinar algún atisbo de virtud pero, profundizando, algo se encuentra.

 A mi se me da de cine el no hacer nada, el dulce hacer nada del título. Sentarme en un comodo sillón, en una silla, en un banco o incluso en una piedra, pero sin hacer nada. Como no tengo habilidades de yogui (el que hace yoga, no el oso), no logro evitar que se me vaya la cabeza detrás de múltiples pensamientos, o sea que algo hago, pero esas elucubraciones rara vez me llevan a algún sitio que no sea el darle vueltas a las mismas cosas sin llegar a ninguna conclusión. No puedo evitar pensar pero infructuosamente casi siempre. Lo más parecido a no hacer nada.

 Recuerdo a mi madre, de pequeño, cuando me sorprendía en actitud indolente decir con ironía "tu has nacido para marqués" a lo cual yo no podía dejar de asentir totalmente de acuerdo.

 La vida ideal para alguien como yo, utilizando personajes de cine, sería la del hijo de millonario de la película "El talento de Mr. Ripley" que vive relajado en un pueblito italiano gastando la asignación de su padre y dandose la vida idem. Pero creo que de parecerme a alguien ocioso sería más bien al Nota, aquel personaje de culto de la película "El gran Lebowski"; dejado, sin trabajo, fumador de marihuana y jugador de bolos que, por cierto, ha inspirado incluso una religión a la que para unirse, por supuesto, no hace falta hacer absolutamente nada.

 Y es que, estaremos todos de acuerdo, el que no hace nada dificilmente puede hacer mal.

 Continuará...

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