jueves, 19 de mayo de 2011

Una jornada más

 Se acercan las elecciones, por lo tanto hablaremos de cualquier otra cosa.

 Hace unos días un famoso entrenador de un no menos famoso equipo de futbol se preguntaba: ¿por qué? Su pregunta, evidentemente, tenía relación con temas exclusivamente futboleros; pero esa cuestión es para mí una de las expresiones más poderosas que en el lenguaje tenemos. Inquirir a alguien con ese arma deja pocas salidas por donde escapar, requiere urgente explicación y no da tiempo a estudiar el argumento. Cuando alguien te lo lanza mirándote a los ojos y sin más acompañamiento, ya puedes contar con que has fallado a esa persona.

 Cada uno tenemos nuestros porqués, esas preguntas que nos gustaría nos fuesen aclaradas de un modo definitivo. ¿Por qué soy como soy?, ¿por qué el dinero lo gobierna todo?, ¿por qué no lo gobierna todo la sensibilidad?, ¿por qué estamos aquí?, ¿por qué no le sacamos todo el partido al cerebro?, ¿y a la vida?, y así ad infinitum.

 Por supuesto hay otras preguntas clave en nuestro deambular por el mundo que no empiezan de esta manera, pero no son hoy objeto de mis cavilaciones.

 Escribo desde el trabajo. La influencia que esto tiene en mi estado de ánimo hace que no pueda abordar ningún tema con alegría ni con el relajo adecuado pero, de esta forma, los minutos pasan a una velocidad más rápida y las diferencias en el tiempo sicológico se muestran evidentes. Disfruto escribiendo, corrigiendo, releyendo y creo que incluso mi salud se beneficia de ello. Por tanto lo recomiendo a quienquiera que esto lea. De corazón.

 Mi jefe está mirándome con el gesto torcido, se acaba el tiempo de las chorradas.

 Continuará...

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