domingo, 14 de agosto de 2011

Intenciones

 Vamos con la leyenda: uno de los apóstoles, llamado Santiago, en su afán evangelizador se llegó hasta la Península Ibérica buscando prosélitos. El éxito de la empresa después de tan largo viaje fue escaso, por no decir escasísimo, consiguiendo convertir al cristianismo a siete personas que, ¡oh, maravilla!, eran de Zaragoza en su totalidad. ¿Habla esto de la estulticia de los aquí nacidos?, ¿dice, por contra, algo de su natural inteligencia? Como siempre, no seré yo el que juzgue, cada cual tendrá su opinión. La cosa es que andando el hombre algo decaído por la poca capacidad de convicción mostrada y estando por estos lares, se le apareció la Virgen encima de una especie de columna con la intención de animarle, constituyendo esta la presentación en sociedad de la muy venerada Virgen del Pilar, a la que con el tiempo se dedicó un templo, una plaza y un adoquín de caramelo.

 De esta historieta hemos de quedarnos hoy con el nombre del apostol, Santiago, que se llama igual que un famoso camino muy concurrido y que, como todos sabíamos ya, el protagonista de este cuento nunca recorrió. Fueron gentes de todos los lugares los que peregrinaron, y siguen haciéndolo, hasta Santiago de Compostela donde supuestamente descansaban los restos de este señor.

 Y como culo veo, culo quiero, yo también voy a hacerlo. Me refiero a lo de peregrinar. Estoy organizando para septiembre, si me es posible, recorrer el camino de Santiago andando durante treinta y una etapas, o sea, treinta y un días por ahí, padeciendo por los caminos y cargado con una mochila y otras cosas a las que tendré que enfrentarme por fin. Aunque si alguien me pregunta el motivo de mi peregrinación prometo responderle que es meramente espiritual.

 Cualquiera que lea estos párrafos y me conozca un poco sabrá que este que escribe no puede recorrer el camino de idéntica forma a la que lo hacen los demás seres humanos. No señor. Incorporaré una pequeña variación que, por supuesto, no he inventado yo pero le presta una cierta originalidad. Y es que en vez de salir de alguno de los puntos de partida más típicos en España: Somport o Roncesvalles, lo voy a hacer desde la puerta de casa. Saldré una mañana por esa puerta con la mochila y trataré, en varias etapas, de llegar andando a Logroño donde ya enlazaré con el camino de Santiago más ortodoxo. Desde casa hasta Santiago de Compostela.

 Los primeros días, hasta Logroño, no espero toparme con nadie pero, a partir de ahí puede ser otro cantar. No me van a faltar aventuras, ni sufrimientos, ni dolores, ni alegrías, conoceré gente interesante y gente insoportable. Pero lo que he de tratar por encima de todo es de seguir conociéndome a mí mismo y aprovechar las muchas horas de soledad que voy a tener para dedicarme a ello. Sin miedo y con franqueza.

 ¿Quién será la persona que con mi nombre y con mi aspecto vuelva de allí?

 Continuará...

2 comentarios:

  1. Ánimo, que el que lo hace repite, o se queda con las ganas de repetirlo..., por algo será.

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  2. "Viajar te cambia los conceptos de la prisa y la eficacia. Mucha gente en el mundo tiene tiempo para tomarse un té contigo y escuchar tus historias. Es posible comunicarse mejor con alguien que no te entiende pero que quiere saber de ti, que con alguien que comparte tu idioma pero no le interesas lo más mínimo, ni tú ni lo que cuentas". Esto lo leí hace un tiempo de un gachó que se fue a dar la vuelta al mundo con una bici y una japonesa que encontró por el camino....me moló..jejeje...un saludo!! Ricardo.

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