miércoles, 26 de septiembre de 2012

La educación (o la falta de ella)


 Nunca se me ocurriría tirar un papel al suelo. Es más, cada vez que veo a alguien haciéndolo me asalta una sensación de irrealidad, de estar soñando, no termino de creerlo y es que ¡sería tan fácil tirarlo en una papelera! ¡es tan agradable pasear por una ciudad limpia! No soy capaz de tirar una servilleta de papel al suelo en un bar, ni un palillo, ni una bolsita de azucar para el café, aunque reconozco que, de joven, he "tirado" cosas peores en algún que otro antro. En fin, cosas de la edad.

 Pero he escrito que evitarlo sería fácil y sé que no lo es tanto, ya que ese gesto lo provoca un automatismo que llamamos `educación´, que todos tenemos introducido en nuestros pequeños cerebros como algo importante, necesario para facilitar la convivencia con nuestros semejantes y que, da la sensación, cada vez es menos valorado por la sociedad.

 El escribir sobre la educación, sin ánimo de dar lecciones a nadie ¡faltaría más!, viene provocado por el asco que me ha dado esta mañana cuando al volver a casa venía frente a mí un señor muy aparentemente vestido y con el pelo como Cristiano Ronaldo, o sea engominado, escupiendo al suelo con total naturalidad mientras pensaba en asuntos más importantes, supongo. ¡Como la cosa más normal del mundo, el asqueroso!

 Ya se sabe que la educación se adquiere básicamente de niño en el colegio y, por supuesto, en casa y bla, bla, bla... pero ¿no os parece que si este atributo subiera en la Bolsa de Valores un 50 % todo sería mucho más sencillo y más grato?

 Aplíquese una mayor dosis de ésta a algunos asuntillos de la actualidad cotidiana, verbigracia: perros y gatos que van a subir al autobus urbano en breve según la ordenanza aprobada por nuestro nunca bien ponderado ayuntamiento. Lío habemus. ¿Verdad que la educación resolvería en parte el problema que se avecina? Siguiendo con los mismos perros (u otros): el hecho de llevarlos sueltos por los parques, o incluso por las calles, ¿no sería, al menos parcialmente, evitado con algo más de educación? Sus cacas por el suelo, idem. Entiéndase en todos los ejemplos anteriores referida la educación a los dueños de los bichos y no a los propios animales que, como en el caso de los niños, no son sino muy escasamente responsables de sus actos. Y, cambiando de calle, ¿qué hay de la difícil convivencia entre peatones y ciclistas por las aceras, o ciclistas y coches por la calzada?, ¿acaso no le vendría bien una buena dosis de nuestra protagonista al asunto? Otro ejemplo: Un comercio cualquiera, un día cualquiera y un cliente cualquiera, ¿cómo suele ese cualquiera tratar al dependiente que le ha atendido? La mayoría de las veces, o al menos delante de mí, con bastante desprecio, sin utilizar apenas las formulas "por favor" y "gracias" que tan agradables nos resultan a todos; fruto, una vez más, de la falta de educación.

 Hagámonos la vida un poco más amable en lo que esté a nuestro alcance y, ya que lo económico marcha tan malamente, que lo demás contribuya a nuestro relajo en vez de aumentar la tensión que flota en el ambiente.

 ¡Que esto parece la guerra!

 Continuará...



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